CONFESIONES SOBRE MI CRIANZA

CONFESIONES SOBRE MI CRIANZA

Antes de ser madre pensaba en la cantidad de cosas que me gustaría enseñar a mis hijos (amor, valores, conocimiento… etc) pero justamente cuando me hice madre, las cosas cambiaron: fui yo quien aprendió a cambiar el verbo educar por el de RE-conocer. He cambiado mucho con mis maternidades y me doy cuenta que hay muy poco que yo pueda enseñar.

Y entonces me dirás: – ¡Pero cómo! Tendrán que aprender a respetar, a ser justos….nosotros sentimos que, más que enseñar algo prestablecido, el reto está en SER quienes somos cada uno, para que el sentido del cuidado en la convivencia se despliegue desde lo real.

Ahora puedo decirte que siento en lo profundo de mí una certeza. Lo único que puedo hacer por ellos es tener la vida que me representa, que representa mi querer…cómo quiero vivir yo, cómo vivo los valores importantes para mí, cuáles son mis necesidades, mis límites, cómo me siento conectada en lo que pienso hago y actúo… (La pregunta constante de ¿Cómo soy más «yo misma»?) Este proceso me compromete para toda mi vida y ellos al estar ahí, siendo testigos, podrán tomar de él lo que necesiten y construir su propio camino.

Dejar de exigirme educar y empezar a conocerles, a reconocerme. A escuchar más lo que les inquieta, cómo ven la vida, lo que les apasiona… y entonces claramente nos veo caminando juntos, acompañándonos. Así es mucho más fácil y menos exigente.

Voy perdiendo el miedo a decir “esto no lo sé”, “no me acuerdo” y ahora pregunto “¿lo investigamos juntos?”

En nuestra familia apostamos por dejar que cada uno vaya descubriendo su propia moral y sentido de justicia, la que nos nace de dentro (¡ claro que no es fácil! hay muchos tirones de mis aprendizajes que me hacen dudar y me desvían de lo que nos nace de verdad) se trata de recordar continuamente que la cosa va de dentro hacia afuera y no al revés. Lo más difícil es deshacerme de esa madre que un dia me dije que sería y que, más que ayudar, me aprieta el pecho y me aparta de la risa. Risa por ver que jamás imaginé que en mi casa hubiera varias consolas desde tan pronto, salieran a la calle en plena nevada en pantalones cortos, que leyeran y escribieran sin que nadie les enseñara a hacerlo, o que me dijeran en sus enfados «mamá no quiero que seas mi madre ahora»…

Seguramente te preguntarás
¿es todo asi de fácil? ¿y las situaciones difíciles?

Lo primero es asumir que las hay, son conflictos diarios que forman parte de crecer y relacionarse con el mundo. No habla de ser mejor o peor familia.
Después el Re-Conocimiento. Esa llamada a volver a mí, escuchar mis necesidades, las suyas y las de la familia. Todas son igual de importantes y el trabajo es encajarlas y respetarlas como se puede, desmarcándome de las teorías y las pautas externas. Centrándome en aquello que hace que vivamos con más armonía. Y eso es de cada sistema. Único e intransferible. 

Re-Conozco que ellos han venido al mundo a través de mí. Les cuido, les quiero y les muestro quien soy (y voy aprendiendo a SER desde dentro) Ahora aprendemos juntos.

Estamos aprendiendo a celebrar cada brote de crecimiento, reconocerles que van conquistando su soberanía,  que se van haciendo dueños de sus cuerpos y sus decisiones cada vez más. ¡Recordar lo  bonito que es crecer!.

Y yo voy recuperándome también a mi misma.

A %d blogueros les gusta esto: